UNA MUJER LLAMADA PABLO

En los tiempos en que se unieron, el estaba casado pero no divorciado de su primer matrimonio, y no estaba bien visto el aspecto de la concubina, no estaba bien visto además el hecho de que Yupanqui, que ya era Yupanqui, firmara ahora con una francesa… prejuicios de la época.  

Entonces escogió un seudónimo…Pablo del Cerro. Pablo por su segundo nombre (Paule) y del Cerro por su lugar más preciado (Cerro Colorado, Córdoba).

65 composiciones figuran a nombre de«Antonieta Paula Pepin» en la página de SADAIC, de las cuales 37 fueron para su pareja.

Firme, segura, implacable. Exigente consigo misma y con su marido. El epistolario del trovador deja bien sentado que siempre sometía su obra a la fiscalización musical de su mujer porque existía una simbiosis extraordinaria entre ellos. 

Él actuaba en una sala, solo con su guitarra, y ella, en un teatro cercano, integrando la Orquesta Sinfónica Nacional. Ella quedó prendada con el estilo de Yupanqui. Fue un amor musical a primera vista. Sentimiento que los mantuvo unidos durante casi medio siglo.

Ella vislumbró en Atahualpa condiciones excepcionales. Lo consideró un creador singular. Un ser original y poderoso que clamaba desde las entrañas mismas de la tierra, de allí que trabajara denodadamente para que el mundo supiera de su arte. Y se quedó en la segunda fila, convencida de estar haciendo lo mejor.

Nenette comprendió que lo que venía logrando su marido, la patriada ideológica y cultural que estaba llevando a cabo con su música era revolucionaria. Decidió, entonces, abandonar su carrera de pianista y trabajó para esa gran obra del folclore. Era una gran compositora y a eso se abocó.

Fue autora de algunos de los temas más conocidos de Yupanqui: Baguala del pobrecito – Chacarera en el pantano – Chacarera de las piedras – Coplas del caminador – De tanto dir y venir – El alazán – El arriero va- El primer verso – El vendedor de yuyos – Eleuterio Galván – Guitarra dímelo tú – Indiecito Dormido– La lluvia y el sembrador- La nadita –  La pura verdad – La tarde – La vuelta al pago – Luna tucumana – Me gusta mirarlo al hombre – Milonga del paisano – Monte callado – Payo Sola – Sin caballo y en Montiel- Yo quiero un caballo. 

Antonietta Paule Pepin-Fitzpatrick (Nenette) nació en la isla de Saint Pierre et Miquelon, territorio francés de ultramar ubicado en la costa atlántica de Canadá. Por ser una colonia del Imperio francés, Nenette tuvo toda la vida la ciudadanía francesa

Su padre Emmanuel Victor Pepín era francés y su madre Henriette Fitzpatrick, canadiense de origen irlandés. Durante la primera guerra la familia se traslada a Francia. Al poco tiempo muere la madre y Nenette es enviada pupila a un colegio de la ciudad de Caen, junto a su hermana mayor Jeanne . Juana se embarca, tiempo después, junto a una compañía de danza rumbo a una gira,  año 1926, que la llevaría al llegar a Buenos Aires a conocer el que sería su primer marido y afincarse en nuestro país. Al terminar Antonieta sus estudios recibe junto a su padre la invitación de viajar a Argentina para instalarse también. Lo hacen en 1928 y a partir de allí Antonieta se instala en Villa Ballester con su padre. 

Nunca se sintió eclipsada por su esposo, decidió ser su compañera. Y si bien fue quien se empeñó en mostrar junto a Yupanqui, la identidad del hombre de nuestro país, Nenette eligió, a la hora de su muerte, que sus cenizas fueran esparcidas en aguas francesas.

El legado de Atahualpa Yupanqui quedó en manos del Instituto Cervantes, protegido por la bóveda donde se preserva el patrimonio lingüístico y cultural de la lengua. Allí están, también, algunas de las cartas que le escribió a Nenette.

 

 

Autor entrada: NORA POSSETTI